La idea de lo social en la enseñanza secundaria

Columna Consignas de Rafael Caldera, publicada en el diario El Gráfico, el 19 de mayo de 1949.

Uno de los temas que sugiere la promulgación de un nuevo Estatuto de la Educación Nacional, tema, por cierto, planteado infructuosamente en 1944 y 1948, es el de la formación de una conciencia social en el alumnado de Bachillerato y su graduación lógica en los estudios sociológicos de carácter universitario.

Vivimos una época en la cual palpados en la experiencia universal los malos frutos del individualismo, hay que poner un justo énfasis en la naturaleza social del hombre. Hasta para vencer la concepción de un socialismo unilateral, que desconoce la complejidad de la vida social y quiere hacer del hombre pura economía, y disociador, pues enfrenta a los grupos y clases sociales en perpetuo afán disolvente, resabio del individualismo, es fundamental el conocimiento de la solidaridad social.

El individualismo nutre y alienta el socialismo; ante uno y otro extremo no hay mejor fórmula que el conocimiento cabal del hombre como ser social, del arraigo del fenómeno societario y de su complejidad admirable, a través de la cual se van superando las desarmonías e integrándose como parte de un todo los diversos aspectos de la vida humana.

En el Bachillerato venezolano, sin embargo, hasta hoy, ese conocimiento no se ofrece. Ni se ofrece en el pensum Normal. En el Pre-Universitario de Filosofía y Letras se incluyó una materia con el nombre visiblemente impropio de «Ciencias Sociales», pero esta inclusión debe tacharse de parcial porque no se ofrece sino a los cursantes de aquella especialidad. ¿Es que el futuro médico o ingeniero no han menester de una noción de la vida social, quizás con mayor razón que el futuro estudiante de Economía o Derecho, ya que éstos encontrarán en el pensum de sus carreras el estudio de la Sociología? Y por otra parte, ¿qué se entiende por «Ciencias Sociales»? Año ha habido en que al mote se lo ha entendido equivalente de «Sociología», comenzándose por la trayectoria y metodología de esta ciencia: mientras que, en algunos casos, llaman «Ciencias Sociales» al estudio de la Geografía y la Historia, como si no fueran también ciencias sociales la Demografía, la Estadística, la Economía, la Historia Social, la Antropología Social, la Etnografía y Etnología, etc.

El profesor cubano Agramonte, ya en 1935 proponía el estudio obligatorio «no solamente a los estudiantes de ciertas carreras –las que solemos denominar de Letras, Derecho, Filosofía, Educación y Ciencias Sociales– sino a toda la población, como repertorio integrante de la educación secundaria, de una materia, ampliamente difundida en Estados Unidos con el nombre de «Elementos de Ciencia Social», diferente de las «Ciencias Sociales» en cuanto ofrece una interpretación global, y de la «Sociología», por cuanto constituye más bien una divulgación de las nociones fundamentales logradas por aquella. «Los elementos de Ciencia Social –dice– constituyen una visión panorámica, sintética, práctica de los intereses y relaciones que nos afectan en cada momento de nuestra vida… de suerte que los elementos de Ciencia Social tienen de suyo dos finalidades específicas: 1. Preparar la mentalidad societaria del hombre en general. 2. Realizar una introducción general a las diversas subdivisiones del amplio campo de la Ciencia Social, la Sociología, la Economía, la Política, la Antropología, la Cívica Sociológica, etc., sin separar lo económico de lo político, lo político de lo jurídico y lo jurídico de lo moral, pues, como afirma Fairchild, «prácticamente toda experiencia de la vida es un complejo de varios de los principales aspectos de la asociación humana»».

Propuso Agramonte que este estudio se hiciera «en el último año del Bachillerato Superior o en el primer año introductorio de todas las carreras profesionales, así como en las carreras especiales o vocacionales». Ese mismo carácter general nos lleva a pensar que su mejor ubicación sería en el Primer Ciclo de la Enseñanza Secundaria (¿último año, quizás?) para facilitar su estudio como materia común; y en el pensum de Educación Normal, sin perjuicio de su exigencia en cursos especiales, como sucede actualmente en las carreras de Periodismo y Trabajo Social.

Por otra parte, en el pre-universitario o Segundo Ciclo, tanto de Filosofía y Letras como de Economía (sorprende su ausencia en el proyectado Estatuto) podría ya entrarse a hacer estudios de carácter sociológico, más sistemáticos que de carácter general, a fin de que en las carreras universitarias de Derecho y de Economía sea fácil, sin el embarazoso estorbo de tener que dar nociones introductorias, entrar de lleno a la Sociología Jurídica y a la Sociología Económica, y abrir campo más amplio como disciplina especial, fundamental y necesaria, a la Sociología Venezolana.

Se tendría pues, un encadenamiento pedagógico en la forma siguiente:

  1. En el primer ciclo de la Educación Secundaria y en la Educación Normal, como materia general y obligatoria para todos los futuros bachilleres y maestros, «Elementos de Ciencia Social»;
  2. En el segundo ciclo de Filosofía y Letras y de Ciencias Económicas, como materia introductoria para los estudios sociológicos universitarios y con un programa adecuado, «Sociología General»;
  3. En la carrera universitaria de Derecho, «Sociología Jurídica», en la carrera universitaria de Economía. «Sociología Económica», y en ambas, como necesario colofón, «Sociología Venezolana».

Así lograríamos un poco de método y mucho mayor rendimiento en el sentido de lograr una comprensión progresiva del hecho social y su importancia. Y se abriría el camino para la formación de generaciones socialmente más útiles, incorporando lo social a la Educación Moral y Cívica de la Escuela Primaria, sería así «Educación Moral, Social y Cívica», y dejando abierta la posibilidad futura de estudiar en forma especializada la Sociología Rural en aquellas carreras que tengan mayor relación con los problemas del medio rural venezolano.