Las declaraciones de Rumor

Artículo de Rafael Caldera para El Nacional, del 5 de mayo de 1966.

 

Favorable impresión causaron las declaraciones que dio, en rueda de prensa durante su paso por Venezuela, el señor Mariano Rumor. Invitado por COPEI para visitar nuestro país, el secretario político de la Democracia Cristiana de Italia y presidente de la Unión Europea Demócrata Cristiana estuvo día y medio entre nosotros, después de una rápida visita a Chile, efectuada al concluir el Congreso Mundial DC de Lima. Durante esa breve pero intensa estada en Caracas tomó contacto con la opinión nacional, a través de una diáfana reunión con los periodistas, recogida en todos los diarios de esta capital.

Lo interesante de la entrevista fue la forma directa y abierta en la cual el ilustre visitante dialogó con los reporteros. En vez de cerrarse en una posición cautelosa, el propio entrevistado animó a los entrevistadores a formular las preguntas que quisieran, por difíciles o embarazosas que pudieran parecer. Las contestaciones fueron claras, breves, precisas. Y el saldo fue, para la Democracia Cristiana, altamente positivo.

Lo primero que quedó categóricamente establecido es la independencia total de cada partido demócrata cristiano y el respeto a las características de cada país dentro de la afirmación de principios comunes. Así, por ejemplo, Rumor recordó que en Italia se abordó un proceso de reforma agraria, porque el régimen de distribución y aprovechamiento de la tierra no correspondía a la justicia social, mientras que en Alemania no se consideró necesario porque la pequeña y mediana propiedad predominaba dentro de sus estructuras económico-sociales. Podría haber añadido que en Italia se ha dado la lucha contra el comunismo dentro de la legalidad del Partido Comunista –el más fuerte de Europa– que allá controla fuertes posiciones políticas, administrativas y sindicales; mientras que en Alemania, colocada en el epicentro de la guerra fría y sometida a un hecho de división geográfica de su propio territorio, esa legalidad no pudo mantenerse.

El respeto de la Democracia Cristiana por las realidades nacionales, que para algunos constituye un signo de debilidad, es, al contrario, una de las mejores razones de su fuerza. Los principios filosóficos, la doctrina económica y social en que la DC se inspira, admiten y reclaman su adaptación a las diversas circunstancias de cada realidad donde se han de aplicar. Ello ocurre, por ejemplo, con el grado de intervención del Estado y el régimen de la propiedad. En Italia, pongamos por caso, se ha nacionalizado totalmente la energía eléctrica, por constituir un servicio esencial que afecta a la totalidad; en Venezuela, los demócratas cristianos no hacemos motivo de controversia el sistema mixto, que armoniza la iniciativa y control estatal a través de CADAFE, con la iniciativa privada atendida por algunas empresas con clara noción del servicio público que les incumbe.

En materia de propiedad, Rumor resumió, con admirable facultad de síntesis, las ideas fundamentales de la DC. El derecho de propiedad privada es fundamental al hombre, indispensable para asegurar la libertad y la familia; pero es necesario abrir caminos para su generalización y garantizar que la propiedad de unos no afecte el derecho de otros. Las formas diversas de propiedad, y entre ellas las comunitarias –a las cuales se acordó en Lima reafirmar el estímulo– constituyen uno de los aspectos más positivos de la DC. Los movimientos demócratas cristianos tienen, por sustancia, una orientación progresista; y los europeos han mostrado plena comprensión para el carácter revolucionario de los partidos latinoamericanos, en la medida en que resulta la urgencia de impulsar el cambio en nuestros países para poder cumplir el proceso de desarrollo.

A las preguntas sobre derechas e izquierdas respondió sin esguinces. Rumor considera superada esta clasificación, pero no elude los planteamientos que ella envuelve. Si por izquierda se entiende una corriente progresista, revolucionaria, que intenta modificar las estructuras para realizar la justicia social, la Democracia Cristiana es de izquierda. Pero señaló lo inadecuado de la nomenclatura al recordar el hecho de que se considera de izquierda al comunismo, que conduce a una ideología rígida, a un régimen totalitario, negativo de la libertad y del progreso.

Las respuestas sobre la realidad venezolana estuvieron a la medida correcta. Ni inmiscuencia en la política interna, ni elusión de cuestiones concretas. Cuando le preguntaron cuál es el partido DC más fuerte de América Latina, respondió sin vacilar: «Creo que no hay duda: COPEI». Y cuando un periodista opinó que COPEI es considerado un partido de derecha, Rumor preguntó a su vez: «Si COPEI es un partido de derecha, ¿cuáles son los partidos de izquierda en Venezuela?»

Especial oportunidad tuvo su respuesta al planteamiento sobre corrientes internas en la DC italiana. No las negó, pero observó: «En 20 años de vida democrática en Italia, la Democracia Cristiana es el único partido que no se ha dividido». Interesantísimo señalamiento, porque quizás este hecho haya tenido no poco que ver, en la agitada vida política de la Italia de post-guerra, con la estabilidad política y económica que ha podido mantener aquel gran país.

El amigo Rumor, representante máximo de un partido que después de 20 años en el gobierno mantiene firme un electorado de trece millones de votantes, se ganó la simpatía de los venezolanos de todas las posiciones políticas. En la Cámara de Diputados fue aplaudido con entusiasmo. En el banquete que le ofrecimos en el Círculo de las Fuerzas Armadas, le rodearon altos personeros de todas las corrientes políticas, económicas, culturales y profesionales. Italia tuvo en él un extraordinario embajador de buena voluntad. Y la Democracia Cristiana se anotó un verdadero «hit». La llaneza y simpatía del visitante, la precisión y firmeza de sus declaraciones, contribuyeron a perfilar la DC como la solución más justa y dinámica para los problemas de la humanidad de nuestro tiempo.