La unidad en la variedad

Artículo de Rafael Caldera para El Nacional, del 25 de noviembre de 1966.

 

La mayor virtud de la fórmula de las elecciones separadas, propuesta por COPEI con la adición de Larrazábal, es su viabilidad. No se trata de discutir, en teoría, cuál sería la fórmula más perfecta: sobre eso habría mucho que decir, pero no resultaría lo más oportuno. De lo que se trata es de encontrar un camino real para que diversas corrientes políticas puedan entenderse en finalidades coincidentes, sin renunciar a su propia fisonomía. Se trata, en definitiva, de lograr la unidad, sin mengua de la diversidad.

Esto lo ha entendido la opinión pública en una proporción definitoria. Escritores independientes de señalada trayectoria y fuerzas políticas muy disímiles han coincidido en reconocer las ventajas del procedimiento de elecciones separadas. En el campo de la política organizada, lo han proclamado el MDI y COPEI, lo ha adoptado categóricamente el FDP, se ha pronunciado en su favor el PRIN, lo han visto con simpatía los partidos menores (no por menores carentes de importancia), lo han juzgado procedente el diputado Herrera Oropeza de VPN, el magistrado Ignacio Luis Arcaya, prominente figura de URD, el ex ministro Ramón Escovar Salom, quien fuera uno de los más distinguidos militantes del FND. Los artículos de Manuel Rodríguez Cárdenas, de José Guillermo Andueza, de Ezequiel Monsalve Casado; las notas de Cándido, de Guillermo José Schael, de Mario Gamarra, del «primo Federico», en la columna de Ramón Koesling; las declaraciones del Dr. Eduardo Arroyo Lameda, del Dr. Manuel Acedo Mendoza y del Dr. Joel Valencia Parparcén, son algunos entre los muchos testimonios irrecusables que podrían alegarse en favor de las elecciones separadas.

En cuanto a Acción Democrática, no es justo el Dr. Gonzalo Barrios cuando, al estrenar su flamante Secretaría General, considera nuestra proposición como nacida de un interés inmediato. Este distinguido amigo y adversario político debería reconocer que la tesis de elecciones separadas fue propuesta por COPEI desde 1963, y recordar que en aquella ocasión obtuvo el voto favorable de AD en el Consejo Supremo Electoral.

Sólo falta el pronunciamiento favorable del FND para que pueda decirse que un acuerdo entre las diversas fuerzas más importantes de oposición se ha logrado, obviando lo que parecía un obstáculo invencible para el entendimiento. De ahí la expectativa surgida ante su respuesta.

El acuerdo celebrado por COPEI con el MDI ha sido un paso sólido en el camino de la suma de fuerzas opositoras para darle al país el cambio que reclama. Ese acuerdo, suscrito sin alharacas previas, en términos sobrios y precisos, tiene entre otros méritos el de dejar claro que se desea conversar con los otros partidos de oposición democrática, y concretamente con el FDP y el FND, para llegar a la armónica solución que se aspira.

Se han venido mencionando como los dos puntos esenciales para un entendimiento el programa común y la candidatura presidencial. Pues bien. En cuanto a esta última, las elecciones separadas abren el camino para que el pueblo sea quien decida en noble lid aireada, y no para que en conciliábulos se fabriquen soluciones artificiosas. En cuanto al programa, más que un texto común para cuatro partidos, lo que se puede y debe lograr es una «Plataforma de Soluciones Coincidentes», sin renunciar cada organización a presentar al electorado un programa específico. Ello es lo que facilitaría el acuerdo, que de otra manera parece difícil.

Recordemos que hay diversidad en la orientación de las fuerzas de oposición. Por ejemplo, el Dr. Uslar ha escrito categóricamente contra el socialismo, mientras el FDP se ha definido como socialista democrático; COPEI es socialcristiano y el MDI ha definido en sus documentos fundamentales su pensamiento propio. Hacer con todas esas ideas un solo programa podría resultar artificioso; pero elaborar una plataforma de puntos coincidentes puede resultar hasta fácil, dados los requerimientos esenciales del país y la urgencia de encararlos.

En definitiva, ambos problemas –programa y candidatura presidencial– se presentarían como insolubles si se aspirara a homogeneidades imposibles, pero resultan de viable solución si se busca la unidad en la variedad. El camino está abierto. Con un poco de buena voluntad podemos todos transitarlo hasta la meta.