El «casi» atravesado

Artículo de Rafael Caldera para El Nacional, del 16 de febrero de 1968.

Por vez primera, de manera clara y hasta enfática, el más alto representativo del partido Acción Democrática admitió la posibilidad de no ganar la próxima elección presidencial. Al hacerse el anuncio de la postulación del candidato adeco, el ex Presidente de la República, ex Presidente del Partido y Presidente Honorario de la Convención, no pudo reprimir un «casi» cuando fue a dar por seguro el triunfo del candidato.

El adverbio no pasó inadvertido a la Asamblea. El orador se sintió obligado a explicarlo. «Hubiera arrancado un aplauso mayor –expuso, según el texto de su intervención, aparecido en el diario «La República»– si hubiera dicho que es el seguro próximo presidente de Venezuela, pero el que lo sea, para que haya continuidad administrativa en la gran obra de transformación revolucionaria pacífica que se está realizando en este país, es necesario que ustedes y junto con ustedes los millares y millares de militantes que tenemos en todo el país, se entreguen a una faena cotidiana, fervorosa y activa».

Esto, a los venezolanos habituados al lenguaje de los líderes de Acción Democrática, conocedores de que el arma psicológica más eficaz del otrora partido de las mayorías es la pregonada seguridad del éxito, tuvo que causar una gran impresión. Y la confesión envuelta en el «casi» del ex presidente tuvieron que entenderla como el diagnóstico de una situación incierta, frente a la cual no quiso quemar sus naves el viajero al retornar después de cuatro años de ausencia.

La Convención adeca no constituyó, por cierto, un buen augurio para la campaña electoral del doctor Barrios. La gente admite las cualidades personales y los méritos políticos del candidato y nosotros, sus adversarios en la lid, no tenemos empacho en reconocerlos. Pero hay acuerdo en que no lo ha acompañado la fortuna en el proceso de su lanzamiento. No ha logrado un impacto capaz de sacudir la penosa impresión de la división operada en las filas de su organización a raíz de las célebres elecciones primarias. Y su postulación viene a significar plenamente –a pesar de sus esfuerzos recientes en presentar un panorama distinto– la continuación de un régimen frente al cual se levanta, más y más fuerte cada día, un deseo general de cambio.

El descarte de las precandidaturas de los doctores Anzola y Dubuc tampoco ha tenido un desenlace feliz. En todos los países se presentan en los partidos diferencias internas para seleccionar candidaturas, cuando no hay una persona en quien las circunstancias confluyan para señalarlo como el candidato natural. Pero, al hacerse la postulación, se pasa como una esponja mágica por sobre la contienda doméstica para borrar las discrepancias y se presenta un frente unido ante el universo de electores. El caso reciente de Acción Democrática se presenta distinto: las heridas parecen muy profundas; el hondo quejido traduce una dolorosa lesión.

El documento dirigido por el doctor Anzola Anzola revela una situación lacerada, que hace pensar en una pugna íntima cuyos caracteres rebasaron la competencia normal entre diversos aspirantes. Las palabras del doctor Dubuc contribuyen a configurar una situación conflictiva, como si ni él ni su colega estuvieran satisfechos por la forma cómo se decidió la votación final en favor del doctor Barrios, pese a darse por descontado el triunfo de éste por los observadores. Anzola y Dubuc, ex Ministro de Relaciones Interiores, ex secretarios generales de AD, senadores y dirigentes supremos de su partido en sus respectivos Estados, nunca habían dado antes muestras de un descontento tan intenso. Su actitud sí que ha constituido un impacto negativo –tal vez más cualitativo que cuantitativo– y hasta ha llevado a algunos a hacer conclusiones sobre las dificultades inherentes al funcionamiento de los partidos políticos y aún a revivir argumentos tradicionales sobre una idiosincrasia poco favorable para el juego institucional.

Por lo demás, no trajo novedades ni sorpresas la Convención de AD. La postulación del Dr. Barrios se veía venir. Costará mucho trabajo a los jerarcas accióndemocratistas proyectar una imagen de victoria hacia fuera de sus toldas. Y les costará galvanizar el entusiasmo de sus gentes, aunque el candidato se haya definido como «un adeco ciento por ciento». Indudablemente, la candidatura del Dr. Barrios, por todos los síntomas parece «casi» derrotada.