Los Idus de Febrero

Artículo de Rafael Caldera para El Nacional, del 9 de febrero de 1968.

Ha servido este mes para provocar definiciones necesarias en el curso de la campaña electoral. El día primero tuvo lugar la proclamación pública del Dr. Prieto Figueroa en el Nuevo Circo de Caracas. Las siglas «MEP» quedaron oficializadas, y los oradores hablaron de «Acción Democrática» como si fuera para ellos un partido ajeno; algunos le formularon imputaciones como si nunca hubieran sido partícipes –y menos solidarios- de sus actos: resultando lo que siempre sucede en pleitos de familia: que es entonces cuando la gente se convence, oyéndolo de labios de los propios y más íntimos parientes, de que era cierto lo que los extraños afirmaban sobre su conducta.

El mitin mepista hasta cierto punto se puede considerar como un éxito, aun cuando hay unanimidad en que no alcanzó el rebosamiento del que tuvimos los socialcristianos en abril, ni mucho menos su alegría, su organización, la participación activa de los asistentes. Fue un mitin de viejo estilo; y el contraste sirvió psicológicamente en muchos para establecer la comparación entre una Venezuela que se va, aunque se aferra en continuar, frente a la cual insurge una Venezuela nueva, optimista y dinámica como la que se hizo presente en la proclamación socialcristiana.

El doctor Prieto hizo notorios esfuerzos por hablar en tono moderado. Con lo cual sorprendió a no pocos de los observadores y defraudó a muchos de sus partidarios. Pero, en definitiva, faltó en el acto una proyección de gran aliento que está reclamando el país en esta coyuntura histórica.

Para mediados de febrero estará ya en la calle, por otra parte, el candidato de Acción Democrática-Gobierno. Para enfervorizar a su gente, para impresionar a los observadores, el otrora partido de las mayorías tuvo que apelar a un recurso supremo: la traída de su líder fundador, ex jefe del Estado y político de gran acento controversial. Era la última carta por jugar; de allí que se hicieran todos los esfuerzos para convencer al señor Betancourt de la impostergable necesidad de su venida.

No sé si él habría preferido que su regreso al país hubiera ocurrido en otras circunstancias; que hubiera sido más pacífico, más normal, más en plan de un hijo que regresa a la casa y que recibe el abrazo de todos –aun de los que hubieran sido en otro tiempo sus enconados adversarios-. Pero el destino le ha hecho una jugarreta y lo ha traído en inevitable plan polémico, solicitado como conductor de un grupo político que libra esfuerzos desesperados por continuar en el poder y que aspira a que él participe en forma directa y personal en la campaña como su última esperanza de éxito. Por eso, en el breve discurso de Maiquetía, los dos elementos fundamentales eran: proclamar su adhesión al Partido que conserva el nombre y los símbolos de Acción Democrática y anunciar proféticamente, aunque nadie lo crea, el triunfo de su candidato.

Termina la quincena, pues, con la formalización de dos candidaturas que, en dos estilos diferentes y en áspero debate, representan ambas el continuismo adeco. Frente a ellas, el país nacional y el país político se afirman, más y más, en la necesidad del cambio. La voluntad de cambio tendrá, este mismo mes, una expresión que afianzará la imagen de un país nuevo, que arranca con energías creadoras, que se aparta de los caminos tradicionales del verbalismo estéril y que busca en la conjunción de una gran idea impulsadora y de un gran esfuerzo de análisis y estudio el instrumento idóneo para la transformación profunda reclamada por la realidad nacional. En efecto, el Congreso de Profesionales y Técnicos, copeyanos e independientes, tercero de su género, se celebrará en los días 15 al 18 del corriente mes. Desde tiempo atrás se viene realizando una callada labor de preparación. Se reunirán un millar de hombres y mujeres representativos de lo más competente con que cuenta Venezuela, para debatir sobre los cambios de estructura requeridos para el desarrollo integral. De allí saldrá un material valioso para un Programa de Gobierno: se procesarán sus ponencias y conclusiones dentro del trabajo de elaboración que viene haciéndose y se cumplirá, conforme a lo ofrecido, con presentar un texto integral al finalizar el primer trimestre del año.

Hechos y no solamente palabras quiere hoy más que nunca una inmensa mayoría de venezolanos. Son precisamente los hechos los que harán más firme e irrevocable la voluntad mayoritaria de un cambio; para que se impulse decididamente el desarrollo y para que este impulso se afirme sobre la paz y la justicia.