Un tercio a los independientes

Columna «El año del cambio», escrita para El Universal. 14 de julio de 1968.

El Directorio Nacional de COPEI, ejerciendo estatutariamente atribuciones de la Convención Nacional, acaba de tomar una decisión plena de significación. Al adoptar las normas que van a aplicarse el presente año en la selección de candidatos para los cuerpos deliberantes, acordó que un tercio de las listas respectivas sea constituido por candidatos no miembros del partido.

Con esta medida, elocuente dentro de su sencillez, el Partido Social Cristiano demostró la sinceridad de su llamado a los independientes genuinos, que pueden, con idoneidad, prestar su concurso a una integración verdaderamente representativa del Poder Legislativo nacional y estatal y de los cuerpos municipales. Persigue, al mismo tiempo, el que esos órganos colectivos del poder reflejen en lo posible las inquietudes y aspiraciones del país nacional, avanzando en el proceso de ruptura de la barrera que lo ha separado del poder político. Y ofrece una prenda tangible de que estos mismos propósitos guiarán el ejercicio del Gobierno que asumiremos por la voluntad de los venezolanos expresada en las elecciones de diciembre.

No será un gobierno exclusivista y sectario, para sustituir a otro gobierno que tiene esas características: será un gobierno amplio, que solicitará para el ejercicio de las funciones administrativas el concurso de quienes puedan aportar a esas funciones capacidad y voluntad de servicio, orientadas hacia el bien común.

Cuando tanto se ha hablado de los independientes, tanto se ha especulado con esta palabra, el gesto copeyano viene a sacar la cuestión del océano de verbalismo en que se hallaba para situarla en el terreno sólido de la realidad. No aspira COPEI para sus militantes al monopolio de la representación nacional. Va a solicitar la presencia en sus planchas de gente que, en medio de su variedad, no sólo ofrezcan el lustre de sus nombres, sino el concurso de sus preocupaciones, desde ángulos distintos de los que pueden condicionar la visión quienes milita en toldas determinadas.

El ejemplo, estoy seguro, repercutirá necesariamente en la composición de las planchas de los otros partidos. Así podrá lograrse que, en el total de miembros de las cámaras, una porción sustancial esté constituida por personas desligadas de disciplina política, vinculadas a otro tipo de actividades y penetradas de la necesidad de ofrecer a la democracia venezolana perspectivas de sólido funcionamiento y de sincera valla a los abusos que el poder público pudiera cometer. Independientes electos con las tarjetas de las diversas organizaciones participantes podrían en un momento dado elevar su independencia como condición aglutinante para asumir la obligante responsabilidad de colocar el interés nacional por sobre intereses parciales. No se repetiría, así, el triste espectáculo del comercio de curules y votos, ni el de las coaliciones burocratizantes, sino que más bien se ofrecería a un concurso condicionado para que puedan gobernar y cumplir su programa quienes resulten señalados mayoritariamente por la confianza popular.

¿Qué opinan de esta decisión socialcristiana los independientes que escriben sobre temas políticos? ¿Están dispuestos a tomar de su cuenta el que ella se convierta en norma de conducta de los demás partidos? ¿Proclamarán ellos –sean cuales fueren sus preferencias- su reconocimiento a esta iniciativa espontánea de la organización popular más importante que existe hoy en Venezuela?

Espero que sí. Confío en que se observa que la preocupación de romper el hielo entre la actividad política y las otras actividades que informan la realidad nacional la hemos mantenido en forma persistente desde el propio inicio de la campaña. Los diálogos de participación, con venezolanos de todos los sectores sociales, de todas las regiones, de todas las edades, de todas las profesiones, han sido nota distintiva de nuestra campaña electoral.

Por nuestra iniciativa se llevó a efecto el foro trascendental de Pro-Venezuela, donde los candidatos discutieron con el país económico la parte pertinente de sus programas. Por nosotros se inició la serie de diálogos sostenida por los candidatos con los artistas en el Ateneo de Caracas y con los investigadores científicos en la Asociación para el Avance de la Ciencia. Con otros muchos sectores de opinión y de acción he dialogado intensamente, con lo cual he dejado abierto el camino para que los otros aspirantes lo hagan. Hemos incorporado numerosos independientes a los equipos del Programa de Gobierno, ya a punto de entregarse a la opinión pública, y ellos han compartido plenamente su larga y responsable elaboración.

El nuevo paso dado para que los independientes compartan en un porcentaje sustancial las funciones legislativas y municipales, viene a ser una secuencia lógica dentro de aquel camino. Mediante esa nueva iniciativa pretendemos avanzar hacia la transformación de la democracia formal, excesivamente politizada, en una democracia funcional y orgánica.