Sobre Caldera

Por Julio Borges, político y parlamentario, fundador del partido Primero Justicia.

 

Una vez le preguntaron a Mao cuál era su opinión sobre las consecuencias de la Revolución Francesa y dijo: es demasiado pronto como para decir algo. Esta anécdota es válida para nosotros, acostumbrados a juzgar y condenar, sin ver las cosas en perspectiva.

Estamos iniciando el 2010, año en el cual vamos a cumplir 200 años de nuestra primera decisión de ser libres, y duele constatar que de 200 años de vida, hemos pasado más de 150 años bajo gobiernos militares y sólo un poco más de 40 años de gobiernos civiles y electos democráticamente, a este pequeño paréntesis ciudadano pertenece los motivos de la lucha de Caldera y su generación.

Una tensión de lo militar por encima de lo civil ha estado presente en la independencia; en el enfrentamiento de Vargas y Carujo; las guerras de montoneras de todo el siglo XIX; en la hegemonía tachirense; en las razones que hicieron germinar el 18 de octubre y las mismas que produjeron el 24 de noviembre, el 23 de enero o el 4 de febrero. Hoy, después de 200 años, Venezuela sigue subyugada por el mismo drama de ser un país donde, como dijo Andrés Eloy, ha sido más fácil ser militar que ser ciudadano.

La muerte de Caldera, más que llevar nuestra mirada al juicio pequeño y facilista, debe intentar contestar la pregunta crucial: ¿Por qué la Venezuela de 1998, que pedía a gritos «cambio» pegó un salto al siglo XIX, en lugar al siglo XXI, engrosando los 150 años de militarismo?

La Venezuela de 1958, que fue modelo para España, Centroamérica y el Cono Sur (una vez fuimos exportadores de democracia al mundo) atestigua un pueblo con liderazgo y valores democráticos. Lamentablemente, a partir de los 70 el quiebre moral y la ausencia de élites desvió al país de su ruta. Hoy, la lucha bicentenaria es la misma: pasar de la democracia gobernada a la democracia gobernante. ¿Vale la pena tanto luchar? ¡Claro! Sobre todo si cada uno de nosotros, comprendamos después de 200 años, que cuando se tiene libertad y ésta se ejerce sin responsabilidad, lo más seguro es que se termine perdiendo todo.

Como dijera Casio en la tragedia Julio César: «No está escrito en el firmamento que debamos conformarnos con ser un pueblo sometido; la responsabilidad es de quienes han decidido ser sumisos». Vaya esta pequeña reflexión para homenajear a venezolanos de excepción, como Caldera, quien luchó su vida entera por una República de Ciudadanos.