Inauguración Hospital Pérez Carreño en 1970

Inauguración del Hospital Miguel Pérez Carreño el 27 de enero de 1970.

La seguridad social es un elemento indispensable

Palabras improvisadas al ser condecorado en la celebración del vigésimo aniversario del Hospital del Seguro Social Miguel Pérez Carreño en Caracas, el 7 de marzo de 1990.

 

En los veinte años transcurridos desde la fundación del Hospital Pérez Carreño, han sido incontables los venezolanos que han recuperado la salud a través de los servicios prestados por este hospital. Su inauguración constituyó, según lo reconocen los entendidos, un acontecimiento dentro de la historia hospitalaria del país. El espíritu científico y humanitario de su personal estuvo abierto a las mayores novedades de la medicina, de la cirugía, de la rehabilitación. Muchas innovaciones se hicieron con éxito aquí en el Pérez Carreño y el nombre de este hospital goza de amplio reconocimiento y popularidad en la metrópoli nacional, es decir, en todo lo que el área metropolitana de Caracas significa, y en otras poblaciones de Venezuela.

Me siento muy feliz de haber sido invitado a esta ceremonia, que trae muchos y gratos recuerdos, que ha sido ocasión para renovar muchos compromisos. Si se pone uno a analizar la difícil situación que atraviesa Venezuela y se siente uno obligado a establecer un orden de prioridades, de las necesidades y urgencias que la población experimenta, sin duda una de las más altas es la de la salud y la seguridad social. Desde luego, la seguridad personal es uno de los elementos fundamentales de la existencia del Estado, pero a la par de ella va la seguridad social, cada vez más indispensable, porque las circunstancias que azotan el mercado de empleo en el país hace cada vez más necesaria la atención de los sectores marginales. Y la clase trabajadora encuentra cada vez más difícil de alcanzar la asistencia médica, la atención farmacéutica, a sus necesidades y a sus carencias.

La seguridad social viene a ser, pues, un elemento indispensable; y yo me atrevo a decir que una política más o menos bien inspirada, pero que carezca de un dinamismo extraordinario y una voluntad urgente de un propósito firme de reajustar todo lo que hay que reajustar, de poner a marchar satisfactoriamente este aspecto de la vida nacional, estará condenada a observar un deterioro creciente, que se agrava por el crecimiento demográfico, por una parte, y por el empobrecimiento real que la población sufre, por otra parte, con motivo del alza del costo de la vida y de la caída abismal de nuestra moneda. Por eso siento que la celebración que el Hospital Pérez Carreño está haciendo en este momento, es una gran ocasión para que todos los responsables de la política de salud y de seguridad social abran los ojos, para que sientan el compromiso profundo de atender en todos los órdenes los aspectos que la seguridad social y la salud están reclamando.

Es indispensable la mejora de la atención hospitalaria, tanto en los establecimientos que dependen del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social y de otros órganos del Poder Público, como los que dependen del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que adolecen de un deterioro palpable; y si en los no contributivos es inconcebible que se reclame a los pacientes que aporten lo indispensable para atender su sufrimiento, mucho menos aceptable lo es en los Institutos de la Seguridad Social, que tienen su origen en una contribución que el propio trabajador de su salario y el empresario de acuerdo con la Ley aportan para su sostenimiento.

Yo pienso que posiblemente en todos los países del mundo el costo de la seguridad social es deficitario. Sé por ejemplo en la República Federal Alemana, la partida del presupuesto federal para subsidiar la seguridad social es más alta que el presupuesto actual de Venezuela. El Primer Ministro de los Países Bajos me decía en una ocasión que la seguridad social consume el 25% del producto interno bruto de aquel país. Pienso que estos ejemplos no son aislados sino que pueden repetirse en los demás países del mundo desarrollado, que reconocen la obligación y la necesidad de aportar lo indispensable para que la seguridad social funcione a cabalidad.

Estos institutos requieren una constante inversión para la renovación de sus instrumentos, de su propia planta física, de su mobiliario, de todo lo indispensable para su funcionamiento. Cuando asumí la Presidencia de la República, una de las primeras preocupaciones que tuve fue la designación de una Comisión de muy alto nivel para que hiciera un inventario de las necesidades que en las instituciones hospitalarias tenían en ese momento en toda Venezuela.

Esa Comisión, integrada por el Director de Salud Pública, que si no recuerdo mal era el Dr. Rogelio Valladares, por los ex presidentes de la Federación Médica de Venezuela, por los representantes de las instituciones relacionadas con el problema de la salud y la asistencia en general, por el Dr. Rubén Coronil, que rindió una labor extraordinaria en la forma más desinteresada, sin recibir ningún tipo de remuneración, hizo un inventario completo de las necesidades de todos los establecimientos hospitalarios de Venezuela, y por la propia autoridad moral y científica que tenía la Comisión, obtuvo unánime apoyo en todas las fracciones del Congreso Nacional para que se aprobara una Ley de Crédito Público, para dotar a todos esos establecimientos de una manera integral del material necesario , contratado en una licitación diáfana, entre las empresas comerciales que lo suplían.

Ello nos dio la satisfacción de poder anunciar que al terminar sus gestiones la referida Comisión, todos los hospitales del país estaban bien dotados. Pero han transcurrido veinte años, y de esa dotación ya al poco tiempo se comenzaron a experimentar carencias y deterioros, y el gasto de reinversión que se tiene que hacer en un sistema tan vasto como es el de la salud pública en Venezuela, es indispensable darlo con generosidad y con oportunidad, con la convicción de que lo que se invierte en esta materia es como lo revela la palabra: una inversión y no un gasto. Es una inversión en el más importante de los recursos que tiene el país, más importante aún que sus recursos naturales, más importante que sus recursos financieros: sus recursos humanos.

Yo creo que en el momento actual hay que tomar conciencia de esta necesidad. Y me atrevo a pensar que en el aspecto de la salud pública y de la seguridad social, en cuanto al seguro de enfermedad-maternidad, la asistencia médica, quirúrgica, farmacéutica y hospitalaria, hay tres elementos por los cuales hay que luchar, y estoy seguro de que en este instituto hay grandes valores técnicos y grandes valores ciudadanos que están dispuestos a luchar por esos tres objetivos fundamentales.

El primer objetivo, sin duda, es la vigorización de la conciencia profesional, de la moral médica, que por culpa de algunos, que estoy seguro no son mayoría en el gremio, han caído considerablemente en la opinión pública. Y me da dolor confesar que en un momento en que se reconoce en Venezuela que hay una crisis de liderazgo, que hay una crisis de confiabilidad, que hay una apreciación de muy bajo nivel para los dirigentes políticos, esa apreciación se extiende a los dirigentes económicos, a muchos dirigentes religiosos, pero también a los dirigentes profesionales, que muchas veces se olvidan que aparte la razón de satisfacer sus necesidades, sostener su vida mediante su trabajo, tienen un apostolado que cumplir, una responsabilidad de conciencia ante el pueblo que los ha formado.

La segunda y fundamental preocupación es la de luchar por una administración más eficiente, más pulcra, pero al mismo tiempo con una dotación más amplia y sustancial para que el pueblo reconozca que en los sistemas sociales de seguridad tiene una producción efectiva, de la cual puede disponer en todo momento en que la emergencia ocurra.

Y el tercer aspecto, en el cual me parece que habría que insistir, es en la participación de la comunidad en el funcionamiento de los hospitales, Es necesario que la comunidad sienta que estos hospitales son suyos, que experimente la obligación de cuidarlos como propios, que conozca sus problemas íntimos y que esté dispuesta a contribuir para que puedan irse resolviendo sus problemas y sus defectos.

Hospital Pérez Carreño

Hospital del Seguro Social Miguel Pérez Carreño.

El Pérez Carreño, un hospital modelo

Hace 20 años tuve el privilegio de poner en funcionamiento este hospital. Desde el primer momento di la orden de acelerar lo que faltara para ultimar su construcción y su dotación, y es para mí realmente un motivo de íntima satisfacción el haber podido participar desde la Jefatura del Estado en aquella ocasión. Y fue también un privilegio para mí el haber dispuesto que este hospital llevara el nombre del doctor Miguel Pérez Carreño, interpretando y acogiendo el sentimiento y la inclinación de la voluntad de los colegios médicos del país, como lo ha recordado mi estimado amigo el doctor Antonio Clemente.

Miguel Pérez Carreño, notable médico, hijo también de otro notable médico, el doctor Luis Pérez Carreño, fue un cirujano excepcional, renovador, responsable y cumplido. Fue un profesor brillante, que no solamente descolló por la eficiencia, por la calidad de sus lecciones, sino por el afecto y el respeto que supo ganar de sus alumnos. Académico distinguido y autor de trabajos que han sido citados con encomio por todos los que se ocupan de la bibliografía médica nacional, fue al mismo tiempo un médico humano, un ciudadano honesto, un hombre preocupado por servir y que vio en los grandes objetivos de la profesión, el compromiso fundamental de su vida, que no era el de amasar una fortuna sino el de rendir un gran servicio a los seres humanos y en especial a los necesitados.

En esta ocasión en que estamos renovando muy hondos recuerdos, en esta ocasión en que rendimos tributo a quienes en el Hospital Pérez Carreño han cumplido, han rendido, con patriotismo, con verdadero sentido del deber, con la conciencia puesta en las necesidades del país, yo hago votos sinceros para que el Hospital Pérez Carreño siga siendo un hospital modelo, ejemplar, para que pueda resolver los problemas que lo afectan, para que pueda incorporar todas las novedades que el progreso técnico y científico va presentando día a día en el mundo. Y hago votos para que la Seguridad Social en Venezuela sea la institución que corresponde, y que es indispensable hoy más que nunca para poder asegurar la paz, para devolverle al pueblo la confianza, para traer de nuevo a los corazones y a la conciencia la idea, la esperanza en un futuro mejor.

Agradezco profundamente al señor Presidente y al Directorio del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales esta honrosa condecoración. He sido y soy defensor constante de la Seguridad Social. He dicho que los países de Europa Occidental, los Estados Unidos y las demás naciones de la órbita capitalista, de no ser por la seguridad social estarían atravesando una crisis tan grave como la que en los años treinta desquició al mundo y marcó el camino hacia la terrible hecatombe de la Segunda Guerra Mundial. En nuestros países, donde se están experimentando medidas que teóricos de la economía consideran indispensables y que coinciden con las que imponen organismos internacionales de las naciones poderosas y ricas, es la seguridad social, es el restablecimiento de la confianza del pueblo en la salud pública, un elemento fundamental para recuperar el amor por la democracia, el amor por Venezuela, la voluntad de trabajar y de servir para el engrandecimiento de la patria.

Hago sinceros votos porque esta extraordinaria oportunidad de los veinte años del Hospital Pérez Carreño, sirva para despertar la conciencia de los que estén adormitados todavía, para estimular la energía de los que no se dan cuenta de que la hora está reclamando un esfuerzo extraordinario, y para que se haga siempre un reconocimiento a los hombres y mujeres, que a través del Pérez Carreño y de otros hospitales del país, están dedicados día tras día al cuidado de la salud de los venezolanos.

Muchas gracias.