Rafael Caldera: Historia y Política

Por Jesús Mazzei Alfonzo

Rafael Caldera fue un venezolano excepcional, dotado de una inteligencia privilegiada y de una gran fuerza intelectual, quien cubrió más de medio siglo de acción pública en la Venezuela contemporánea.

Estudió y analizó, no sólo la doctrina social de la Iglesia a través de las encíclicas papales, para interpretar la realidad socio-política, sino que unió a ello un estudio pormenorizado de los principales pensadores laicos socialcristianos más importantes (Jacques Maritain y Emmanuel Mounier, entre otros). Cabe destacar algunos de sus libros, escritos o conferencias más importantes: Reflexiones de la Rábida, Ideario de la Democracia Cristiana en América Latina y Especificidad de la Democracia Cristiana. Sus reflexiones constitucionales fueron importantes: Los problemas de la constituyente de 1946, discurso de incorporación como senador vitalicio en 1974, enmiendas y reformas en 1980, a los 15 años de la Constitución venezolana y defensa de la democracia en 1986.

Sé que he realizado una selección arbitraria y reducida, pero eso da pie para que se estudie su vasta obra que abarca reflexiones político-filosóficas sobre la democracia cristiana, sobre la política, sobre la Constitución y las relaciones internacionales, ya que como hombre de Estado abarcó una infinidad de temas.

Su liderazgo le permitió ejercer una capacidad de influencia sobre otras personas, porque fue parte de un determinado momento histórico y condujo un proceso político importante. Encarnó un conjunto de principios y valores con un grupo de jóvenes (la generación del 36) que interpretó una sociedad y fundó el partido Copei, para la lucha política.

Es un político dentro de lo que se denomina líder tradicional legal, con un estilo democrático, quien actuó dentro de una institucionalidad por él creada y alentada, vinculada a la idea de auctoritas, que posee una serie de cualidades morales, intelectuales y políticas. Supo ocupar su posición enfrentando acontecimientos y factores políticos, interpretando adecuadamente cada momento en que le tocó actuar. Gozó siempre de una alta credibilidad en la sociedad venezolana, que lo vio como un estadista. Creyó en la ingeniería social, armado de robustas convicciones con realismo y nunca soñó en la perfección de los profetas o manipuladores de la política. Tuvo una visión de la política basada en el orden, enmarcado en los límites y potencialidades de la acción. Sus diversos actos de liderazgo a través de la historia se dirigen a la creación de mecanismos, salidas viables y factibles en las diversas situaciones que vivió el país (recordemos la propuesta de reforma constitucional del año 1992).

Del maestro de la ciencia política en Venezuela, como lo fue el Dr. Manuel García Pelayo, tomo su categorización de las cualidades de un político: 1) saber qué se quiere o conciencia de finalidad; 2) saber qué se puede o conciencia de posibilidad; 3) saber qué hay que hacer o conocimiento de la instrumentalidad; 4) saber cuándo hay que hacerlo o sentido de oportunidad y 5) saber cómo hay que hacerlo o sentido de la razonabilidad. Caldera tuvo estas cualidades innatas.

Sugiero por último que se cree una fundación con su nombre, que sirva no sólo para estudiar sus diversas facetas de hombre público, sino para que se siembre en la nueva generación de jóvenes políticos un auténtico arquetipo de político como lo fue Rafael Caldera.