El sobreseimiento de Chávez

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Sorprende la ligereza con la cual se culpa a Rafael Caldera de que Chávez gobier-ne al país. Bastaría sin embargo una revisión sumaria de la prensa nacional o regional, o de los archivos de video de las plantas televisoras, para ver con claridad lo que cada uno de los actores políticos y sociales decía en aquellos años sobre los militares del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992. Sorprende pues ahora presenciar cómo alguno de esos actores, interpelados directamente en la radio, por los periodistas que conducen el pro-grama o por los oyentes que participan por vía telefónica, son capaces de disimular su posición de entonces para producir la impresión de que estuvieron en contra de la liberación de Chávez.

Lo más grave es que de ese modo en Venezuela se asume una actitud falsa ante la propia historia, que no permite las rectificaciones oportunas ni presagia nada bueno. Es necesario, por tanto, aclarar algunos aspectos que alimentan esta confusión e impiden tener una visión clara de los hechos. Es preciso recordar, junto al significado mismo del sobreseimiento, las circunstancias principales que determinaban el contexto en el cual esas decisiones fueron tomadas.

Ése es el propósito de estas breves páginas, dirigidas a todos los venezolanos de buena voluntad, que sufren por el país y quisieran por momentos que la historia hubiera sido diferente, pero aspiran a formarse un juicio ponderado sobre el sentido de nuestro acontecer.

Caracas, septiembre de 2007